lunes, 6 de agosto de 2007

Hola.

Hoy les traigo una entrevista que le hicieran Juan Padron de como surgio nuestro personaje y algo más.


¿Cómo llegó al cine de animación?
Desde pequeños, mi hermano Ernesto y yo queríamos contar cuentos, leíamos muchas historietas, y nos poníamos a dibujarlas, con guiones inventados por nosotros. También hacíamos películas de 8 milímetros. Siempre tuvimos esa inquietud, esa vocación de contar cuentos y dibujar. Aprendimos de Emilio Freixas, un dibujante español que escribió libros sobre cómo aprender a dibujar y la manera de hacer historietas. Después empecé a “colarme” en los estudios del ICAIC, con la ayuda de mi primo Jorge Pucheux, entonces asistente de cámara. En ese período hacía caricaturas que enviaba a las revistas Bohemia y Mella. Había una página en Mella que se llamaba “El Hueco”. La hacían Virgilio Martínez, Newton Estapé, Silvio Rodríguez. Venía tocándome cada cinco semanas. Pero luego, se fueron Silvio y Newton y Virgilio me la dejó. Tenía 16 años y era un entrenamiento brutal hacer tantos chistes cada semana.

¿Cuáles fueron sus influencias?
En la Sección de Producciones Fílmicas del ICR (hoy Instituto Cubano de Radio y Televisión, ICRT) tuve como maestro al catalán, Juan José López (en el presente muy famoso en España). Con Harry Reade, ilustrador y guionista australiano que vivió aquí muchos años, aprendí del guión. También gané experiencia con Tulio Raggi, excelente dibujante y director de películas de animación, con quien aprendí a resolver problemas de dibujo. Siempre me pegué a las personas que admiraba por alguna razón.

¿Cómo nació Elpidio Valdés?
Hacía la historieta del samurai Kashibashi para la revista Pionero, y en ella aparecía un cubano del siglo XIX que yo decía que era mambí. Le puse Elpidio Valdés para que se pareciera a Cecilia Valdés, y lo dibujé a la primera, sin boceto. El protagonista era Kashibashi, pero este tipo (Elpidio), las cosas que decía, que yo hacía que dijera, me eran mucho más simpáticas que las del japonés. Entonces viré las 12 páginas que tenía “boceteadas” y empecé toda la historia con Elpidio como protagonista.

¿Se salió del libreto?
Sí, apareció y ya... En los primeros largometrajes de Elpidio, me sorprendía ver colas de niños por las mañanas y de adultos por las noches, y me di cuenta de que llegaba a mucha gente, y había que cuidarlo. Antes, estaba muy pendiente de eso. Me reunía con los pioneros y les preguntaba: ¿Cómo es María Silvia?, y las niñas me decían: Tiene el pelo largo, es así. Y después los varones me decían: ¡No, no metas mujeres ahí, que las mujeres se caen y hay que rescatarlas! Entonces, María Silvia es una mujer que combate como Elpidio Valdés, ni se cae ni hay que rescatarla.
El apellido Padrón está representado en el ICAIC no solo por Juan y su hermano Ernesto, sino por el joven Ian.
Me hubiera gustado que mis hijos dibujaran, pero jamás les interesó. A Ian le vi el deseo desde pequeño de contar cuentos. Cuando me veía ante una página y yo le decía que tenía que pensar un guión de Elpidio Valdés, él me respondía: ¡Ah, eso no es tan difícil!, y se iba para una esquina, escribía un guión en una libreta y me lo entregaba. Muchas veces ese cuentecito me daba el pie para una historieta. Entonces ponía: Idea de Ian. Cuando salía, él le decía a los amiguitos: Miren, yo hago los guiones de Elpidio Valdés. Se consideraba guionista de Elpidio Valdés, y por ahí quizás Elpidio contribuyó a su inclinación por el cine.

¿Cómo ve Padrón los nuevos Estudios de Animación del ICAIC?
Estamos hablando de 500 minutos de animados al año. Se trata de una persona de 6 pies, 200 libras, y todavía tenemos un bebito. Trabajamos con la intención de que haya nuevos directores. Queremos una escuela que enseñe a la gente a animar y todas las técnicas: composición, fondos, tecnología. Hay mucha gente nueva que dibuja muy bien, pero algunos no quieren ser directores. Estamos viejos. ¿Cuántas películas nos quedan? Y este estudio nuevo se ha hecho para los jóvenes. Después yo vendré en mi sillita de ruedas a ver las películas a las que me inviten. Así como yo aprendí, pegándome a la gente que sabía, que los jóvenes aprovechen ahora, hagan todas las preguntas y trabajen en proyectos concretos.

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